«Salvador fue casi otro Fernando Báez Sosa», dijo Carla, la madre de la víctima. El hecho se produjo mientras se realiza el juicio contra los ocho rugbiers que fueron acusados de asesinar al estudiante de derecho a la salida del boliche Le Brique, en Villa Gesell.
Salvador, el chico que fue atacado en la puerta de su domicilio, había ido a la «Fiesta del Tanque» con unos amigos en la plaza del pueblo el último fin de semana.
En la fiesta, también estaba Darío, otro de los hijos de Carla, quien se quedó allí para acompañar a su primo, que «al parecer estaba alcoholizado».
«Mi sobrino atropella sin querer a otro chico, le derrama la bebida que estaba tomando, se enoja mucho y le quiere pegar. Darío sale en su defensa y en el acto aparece una patota de entre 15 y 20 chicos, que lo agreden», contó a Cadena 3.
«Lo patean en las costillas, en la cabeza, le arrancan el expansor de la oreja y le quiebran un dedo. Unos amigos que pasan por el lugar, lo ayudan a levantarse, pero la patota lo vuelve a golpear», agregó.
Luego, escapó hacia su casa, pero la patota apareció en una camioneta y una moto. Le apedrearon el frente de la vivienda, por lo que Darío y Salvador salieron a la calle, siendo este último quien sufrió una brutal golpiza.
Cuando mi hijo se defiende, Miguel (uno de los agresores) lo agarra del cuello y lo sostiene para que su hijo Alexis lo golpee en forma salvaje», explicó.
«Ahí tomó un ladrillo y lo golpeó en la cara, causándole la pérdida de un diente y la fractura en dos partes del maxilar inferior izquierdo», relató.
El adolescente fue traladado hasta el hospital del pueblo por una ambulancia del Servicio Integrado de Emergencias Sanitarias (SIES).